lunes, 3 de septiembre de 2012

Día 5. De Springfield a Cuba.

Al final sobrevivimos al motel cutre y nos despertamos sanos y salvos sobre las 8.30 sin ser violados o asesinados. Decidimos tomarnos un café en el Cozy Dogs de Springfield, típica salchicha empanada, rica en todo tipo de nutrientes y colesterol, pero resultó que estaba cerrado, así que compramos pan y embutido en un CVS, por cierto un supermercado con una variedad de género reducida (en mi nevera tengo más variedad). Compramos algo de embutido, unos batidos y desayunamos en el aparcamiento al estilo american-parking. Después nos fuimos a ver Springfield. Como era festivo todo estaba cerrado, pero le echamos un vistazo a su parlamento, a la biblioteca de Lincoln y también a su tumba. No pudimos comprarle flores, espero que nos perdone. Le tocamos la... nariz, que dicen que trae suerte, y nos fuimos. Increíble, pero nos encontramos otro desfile de vehículos de todo tipo y de gente que repartía caramelos y poloflanes. Qué afortunados que somos... Por el camino el Chanquete se acordó de que se le había pasado ver el tercer Muffler, el de Springfield. Como castigo no me dejó ver la estatua de Nuestra Señora de las Autovías. No es coña, existe una virgen así por aquí; americanos... Decidimos parar para tomarnos un café en el Ariston Café de Litchfield, pero resultó que estaba cerrado, así que fuimos al que estaba al lado. Otra vez gente desayunando comida grasienta a mansalva; ole las calorías buenas. Nos pedimos una tortilla de jamón y nos dieron a elegir varias opciones de acompañamiento. Elegimos un pancake y un revuelto de lo que parecía patata blanca. En este país hay que comer sí o sí. Yo me pedí un hot cocoa, que resultó ser un chocolate algo líquido que estaba bueno (todo por 11 USD). En esta zona los tramos de la Ruta 66 que aún sobreviven discurren en paralelo a la I55, por lo que no merece la pena seguirla a rajatabla a una velocidad más reducida, cuando se ve el mismo paisaje.
Tuvimos que dar alguna vuelta que otra para visitar el Chain of Rocks Bridge, porque había obras en la interestatal que conducía a él, pero al final dejamos el coche en la orilla de Illinois y lo atravesamos andando hasta la orilla de Misouri. Una vez más me alegro de haber comprado el gps. Llegamos a St. Louis sobre las 15.00. Por suerte el Gateway Arch estaba abierto, así que dejamos el coche en una zona de aparcamiento que había justo en la ribera del río (4 USD) y subimos a la cima del arco (10 USD). Te meten en una especie de cápsula en la que caben 5 personas muy apretadas. Si a alguien le huele el alerón estás perdido durante 2 minutos aproximadamente, que es lo que tarda en subir la mini cápsula arcoriana. Las vistas no son tan impresionantes como las de la Willis Tower, porque St. Louis no es una ciudad que tenga mucho que ofrecer, pero es algo que hay que hacer. Si no tienes vértigo ni claustrofobia, por supuesto.
Dentro de la cabina de bajada un americano nos recomendó que visitáramos la fábrica de cerveza Budweiser, cosa que entusiasmó al Chanquete. Llegamos a ella sobre las 17.30, pero la última visita era a las 16.00. Oh... Para resarcirnos fuimos a tomarnos una de las famosas natillas heladas de Ted Drewes. Algo parecido a la heladería Inma, aunque la Inma es la Inma y no se puede comparar. Increíbles lo buenas que están, la cantidad de gente que había allí haciendo cola lo presagiaba. Nuestro destino final de ese día iba a ser Cuba (no la isla), así que pusimos rumbo directo al Wagon Wheel, un motel recomendado por la guía y por los blogs que habíamos ojeado. Por el camino, ya en Cuba, preguntamos en un Super8, que nos pidió 89,99 USD. En el Wagon fueron 74 USD con una cama para dos. No sabemos si surgirá el amor esta noche, esperamos que corra el aire y nadie salga herido. Aun no sabemos por qué todos los moteles son más caros de lo que todo el mundo decía en los foros. La recepcionista nos contó un poco la historia del hotel. Al parecer era el más antiguo de la ruta que había prestado servicio ininterrumpidamente, y había sido ampliamente restaurado en el 2009. El conjunto conservaba el sabor tradicional de la ruta, todo muy limpio y cuidado. Me da a mí que va a ser uno de los mejores moteles, si no el mejor, en los que nos vamos a hospedar. Pusimos una lavadora y una secadora (1,5 USD y 1 USD, respectivamente) e intentamos tomarnos una cerveza en el restaurante-barbacoa que había al lado del motel, pero cerraba ¡a las 21.00! Este día decidimos no ver las Meramec Caverns, por falta de tiempo, porque pensábamos que estarían cerradas al ser festivo y porque ya era muy tarde, ni la botella de ketchup de 170 pies de Collinsville. ¿En serio piensa esta gente que no tenemos nada más interesante que ver que una botella gigante?

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