Diario descriptivo de las andaduras y torceduras de dos malagueños en las profundidas del este y oeste de los Estados Unidos de América del planeta Tierra (por si el Curiosity ha descubierto algo nuevo mientras tanto).
martes, 18 de septiembre de 2012
Día 16. De Los Ángeles a Arroyo Grande.
Este día lo podríamos titular “Los Ángeles Embotellado”. ¿Por qué no os compráis la mitad moto y así dejamos más espacio a los turistas que no tienen más remedio que ir en coche?
En primer lugar fuimos de nuevo a Rodeo Drive, porque el Chanquete quería recorrer una parte de esa calle andando y ver el Regent Beverly Wilshire, el hotel de “Pretty Woman”. A las 9.30 estaban las tiendas cerradas, pero no hacía falta que estuvieran abiertas para apreciar el lujo extremo desde el exterior. ¿Por qué habrá gente con tanto dinero? Y, sobre todo, ¿por qué no seré yo uno de ellos?
Después intentamos visitar la tumba de Marilyn, en el Westwood Memorial Park, pero el gps nos llevó a un sitio donde no había tumbas (¿).
Aquí vamos a hacer un pequeño paréntesis. Durante toda la ruta vimos un montón de veces como la policía paraba a conductores infractores, así que pensamos que no podíamos irnos de este país sin vivir esa experiencia. Ya antes de llegar a este país nos habían contado leyendas urbanas sobre policías locos que detienen tu vehículo a punta de pistola por llevar las luces apagadas y cosas por el estilo, así que allí estábamos nosotros para comprobarlo. Lo habíamos intentando todo: semáforos en rojo, giros prohibidos, rebasar las simples y dobles líneas continuas..., y nada. Pero resultó que el Chanquete se puso a hacer un giro antirreglamentario de nada, una minucia, vamos, atravesando dos carriles y estando a punto de colisionar con un vehículo, ¡justo delante de un coche de policía (después me dijo que los había visto antes de ponerse a hacer el giro – para matarlo)! Qué es lo que pasó, diréis, pues que nos pararon, obviamente. Menos mal que hablaron con el Chanquete y este les dijo que no sabía inglés (no tuvo que disimular). El policía llamó a su compañero que sí sabía algo de español. Nos pidió la documentación, nos regañó y nos dijo que esta vez nos perdonaba. ¡Misión conseguida! Fueron la mar de profesionales y correctos (el Chanquete seguía diciendo que no entendía por qué le habían parado...).
Tras esto nos encaminamos al downtown. Maldita la hora en la que decidimos ir allí. ¡Dos horas tardamos en hacer un trayecto de 9 millas! Al final resultó que había habido un accidente con un autobús volcado, por lo que habían cortado el acceso al centro. Dejamos el coche en un parking público sobre las 12.00 (2 USD cada 20 minutos) y empezamos a hacer el recorrido de un día que recomendaba la información que teníamos. Lo hicimos en dos horas. Con razón te aconsejan no visitar el downtown de LA por la noche, yo añadiría que cuidadín también por la mañana. No dejéis de verlo, pero si queréis ver otra cosa que os interese más, a ello. Es una pena cómo una ciudad ha dejado abandonado de esa forma su corazón. La calle Broadway está llena de edificios abandonados y ruinosos, y de comercios cutres y sucios de inmigrantes. Solo se salva el edificio Bradbury, una joya en medio de la miseria. Entrad a ver su atrio y quedaréis maravillados. Recorrimos la Grand Ave. y subimos al mirador del ayuntamiento. El resto totalmente prescindible.
Después fuimos a hacernos la fotografía en el final real de la Ruta 66 (otro final más), situado en la intersección de los boulevares Lincoln y Olympics. Un lugar nada pintoresco. Como no podíamos dejar el coche en ningún lado la hicimos desde el interior del coche.
Tras la fotografía nos esperaba otra hora más de atasco. Cómo puede haber tantos coches en una misma ciudad. Desesperante.
Pusimos rumbo a San Luis Obispo por la carretera de la costa, la US 101, que después pasa a ser la HWY 1, una vez atraviesas Santa Bárbara. Diremos que al dirigirnos a esta ciudad para ver qué ofrecía (nada), nos desviamos de la carretera de la costa y el gps nos condujo por las montañas (no lo hagáis, porque la parte que vimos de la carretera de la costa era mucho más interesante).
Pasamos por un montón de pueblos, todos con nombres de santos: Santa Ana, Santa Rosa, Santa Clarita, San Antonio,...
Nos quedamos a dormir en un motel de Arroyo Grande, por 55 USD una habitación con dos camas. El hombre del motel, un indio que en su país era profesor de historia americana (pero en su lengua, como nos dijo) y que había llegado aquí hacía 17 años, nos rebajó el precio porque le caímos bien.
Cenamos en un café que encontramos cuando íbamos al Walmart para comprar la cena, donde nos pusimos las botas con un New York Steak. La camarera era muy maja y estuvo hablando con nosotros porque decía que quería aprender español. Había hecho el camino de Santiago este verano, pero tan solo había salido una vez de California, para ver el Gran Cañón. Mañana volveremos a desayunar.
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